Ana Julia insultaba a Gabriel mientras trasladaba su cadáver

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Ana Julia Quezada fue la principal sospechosa de la desaparición de Gabriel Cruz desde el primer momento. Y nueva prueba de ello es que la Guardia Civil solicitó al juez que dirigía la investigación colocar micrófonos en los distintos vehículos de la familia del niño y que utilizaba indistintamente la mujer. Uno de esos sistemas de escuchas en el Nissan Pixo que habitualmente conducía y en el que se encontró el cadáver del pequeño permitió a los investigadores escuchar las “expresiones vejatorias” contra la víctima.

El magistrado da por buenos los episodios narrados durante el interrogatorio por la acusada, aunque no da credibilidad alguna a su tesis de que mató al pequeño, mediante asfixia con sus propias manos, en defensa propia porque el niño le amenazó con un hacha.

Primero cavó el hoyo y después mató al pequeño

El juez asegura que Ana Julia Quezada actuó guiada por “una malvada voluntad dirigida especialmente a asegurar su macabro plan criminal”, e incluso altera el orden de lo acontecido en la finca de Rodalquilar. En sus distintas declaraciones, ante la Guardia Civil y ante el propio juez y el fiscal, la mujer ha contado que mató al niño, después cavó un hoyo para ocultar el cadáver. El magistrado sin embargo, altera el orden de la secuencia, y explica en el auto que tras matarlo, “desnudándolo parcialmente y trasladándolo hasta el jardín, lugar donde previamente ha hecho un hoyo con una pala, enterrándolo a continuación”.

Ese previamente da a entender que la mujer pudo cavar la fosa mientras el niño jugaba en la finca, pero en ningún caso la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, la UCO, tiene elementos que avalen que la mujer ya cavó la fosa antes del secuestro, el pasado 27 de febrero.

“Ana Julia aprovechó un momento temporal en el cual sabía que se iba a encontrar a solas con el niño, y que la abuela paterna no lo iba a controlar, para mediante engaño o promesa de devolverlo prontamente a jugar con sus primos, trasladarlo hasta la finca de Rodalquilar”. Así arranca la parte de los hechos en un auto en el que el magistrado no ahorra adjetivos contra la acusada: “pura crueldad”, llega escribir.

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