Ana Julia llevó a familiares de Gabriel Cruz a la finca donde se hallaba el cadáver

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Ana Julia explicó que aquella tarde del 27 de febrero salió de la casa de la abuela Puri Carmen en Las Hortichuelas detrás de Gabriel y que el niño quiso acompañarla hasta la finca de Rodalquilar. Ana Julia llevaba varias semanas adecentando la casa, propiedad de la familia de Ángel. La pareja había decidido mudarse allí y lo último que habían hecho era darle una mano de pintura a la vivienda.

Llegaron en coche. Y en la casa, el niño se enfadó. Discutieron. Y siempre según la mujer, Gabriel se puso violento, empuñó un hacha y trató de agredirla. “Me defendí”, declaró. Contó que le arrebató el hacha y le golpeó en la cabeza con la “parte roma”. Fue un mal golpe, sin querer, llegó a explicar. El niño quedó malherido, y la mujer decidió entonces taparle con sus propias manos la boca y la nariz hasta que dejó de respirar. Gabriel murió por asfixia, por sofocación. Esa parte de la declaración coincide con el último informe de la autopsia que se conoció ayer. El pequeño presentaba señales de haber sido agarrado por las muñecas, pero ninguna de defensa.

Ana Julia relató con todo el detalle que los investigadores le solicitaron que la muerte no fue planificada y que allí mismo improvisó la manera de deshacerse del cadáver. Cavó una fosa junto al aljibe de la finca. Desnudó a Gabriel y lo enterró. La ropa la arrojó después en un contenedor de la urbanización Retamar, a unos 30 kilómetros. Y regresó a casa de la abuela.

Las dos semanas siguientes asumió e interpretó el papel de madrastra afligida, liderando la búsqueda del niño y convirtiéndose en uno de los principales apoyos de Ángel y Patricia.

Es prácticamente imposible entender lo que podía pasar por la cabeza de esa mujer, pero durante los trece días que Gabriel estuvo desaparecido, Ana Julia regresó a la finca de Rodalquilar a diario. Y nunca lo hizo sola. Fue con Ángel, fue con familiares y con amigos con la excusa de encontrar en ese rincón esa paz tan ansiada en unas jornadas tan difíciles. En realidad, la mujer necesitaba tutelar que el cuerpo seguía en su sitio.

Si ya era difícil gestionar emocionalmente que fue la pareja del padre la que mató al niño, y que además Ángel fingió varios días a su lado pese a saber que esa mujer retenía a su hijo, es horrible saber que le hizo estar junto a la fosa en la que tenía sepultado al pequeño.

 

Fuente: La Vanguardia

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